Argumentar que uno no se preocupa por el derecho a la privacidad, ya que no tienen nada que ocultar, no es diferente a manifestar que no importa la libertad de expresión porque uno no tiene nada que opinar
Estamos siendo observadxs. Tanto entidades privadas como aquellas financiadas por los gobiernos están monitorizando, analizando, estudiando y registrando todas tus actividades en la red, vía telefónica, en tu vida diaria, absolutamente en todo momento, inclusive cuando duermes. ¿Pero que podría importar eso si no tenemos nada que esconder? Quien nada hace nada teme, decían por ahí. Pero si pensamos eso, primero hagámonos la siguiente pregunta: Si no tenemos nada que esconder, ¿por qué no entregamos públicamente el registro de todas nuestras llamadas telefónicas, nuestros mensajes de texto, historial de navegación web, aplicaciones instaladas y utilizadas en nuestros dispositivos y ubicación geográfica en todo momento a tiempo real? Si no nos interesa nuestra privacidad, ¿cómo nos sentiríamos un día si al salir de nuestros hogares encontramos a alguien hurgando en nuestra basura laboriosamente uniendo las notas y documentos rotos nuevamente? Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, creemos que tenemos privacidad pero nos sentimos muy intimidados cuando nos enteramos de todo el espionaje y vigilancia sistematizada que gobiernos, corporaciones y empresas imponen y ejercen sobre población inocente sin una justificación legítima y válida, y en verdad todo este debate deja de ser tan divertido cuando lo pensamos de esta manera viendo la realidad del mundo en el que vivimos.
Y la razón de todo esto es que desde los inicios de las computadoras, las redes informáticas y el nacimiento del Internet, buena parte de las personas, cibernautas o usuarixs que acceden periódicamente a tales servicios y disponen de dichas tecnologías piensan que se encuentran «a salvo» detrás de la máquina, como que si ésta les protegiese automáticamente por arte de magia y que dentro o detrás de ella no hay riesgos ni peligro alguno, lo único que existen son cablecitos y placas de circuitos integrados… pero hey, olvidan un punto importante, en esos cablecitos y placas de circuitos integrados están almacenando, gestionando, manejando, procesando, transmitiendo, recibiendo y enviando información tanto personal como de otrxs usuarixs, interactuando con ellxs y compartiendo toda esa cantidad de datos en la red por medio de todo tipo de plataformas y aplicaciones, por lo general de dudosa procedencia, que trabajan en conjunto dentro del dispositivo, de las cuales una gran mayoría se encuentran directamente conectadas y constantemente comunicadas con servidores que desconocemos, quienes al recibir dicha información la almacenan, analizan, estudian, procesan y reenvían a otrxs destinatarixs con quizás qué o cuáles objetivos.
No obstante, algo curioso, todas estas actividades ejecutadas por tales servicios en nuestros dispositivos son documentadas con gran detalle en la Política de Uso, Almacenamiento, Tratamiento, Procesamiento y Gestión de Datos y Privacidad, pero obviamente ésta no es leída con detenimiento siquiera por los muchos así llamados «hackers» que merodean en Internet, aún menos por el usuario promedio y corriente. Entonces ahora, nos conectamos a Internet, navegamos en la web, accedemos a cuentas privadas en línea donde almacenamos, gestionamos, tratamos y procesamos información confidencial altamente delicada en aplicaciones confusas conectadas a servidores cuya ubicación y funcionamiento desconocemos ni sabemos cuáles son sus verdaderos objetivos, todo ello sin verificar la autenticidad y legitimidad de dichas plataformas, sin disponer de las medidas de seguridad ofrecidas por la misma entidad en disputa y sin la más mínima seguridad siquiera en nuestras contraseñas. Sin embargo al mismo tiempo, día a día en toda hora salimos a la calle, vamos por el pan, el periódico, al supermercado, al trabajo, a estudiar, a pagar las cuentas, de compras a la tienda, de paseo al parque, de paseo al campo o zonas rurales, de viaje al extranjero… ¿y todo eso lo hacemos vestidxs o desnudxs? Esa respuesta es bastante obvia. ¿Por qué vamos vestidxs y no desnudxs si el/la cuerpx humanx es hermosx, todxs tenemos lo mismo sin nada extraño y bla bla bla? Quizás por un asunto de ética, moral, respeto, criterio, amor propio y cuanta cosa más dirán muchxs. No obstante, por favor destaquemos una idea muy importante en aquella interrogante:
No me interesa andar desnudx en la calle porque el/la cuerpx humanx es hermosx, todxs tenemos lo mismo y sin nada extraño
Y ahora comparémoslo con esta:
No me interesa el derecho a la privacidad ya que no tengo nada que ocultar
¿Cuál es la diferencia? La primera es la vida real y la segunda un medio virtual. ¿Y qué importa que sea un medio virtual? ¿No necesitamos protegernos solamente por estar detrás de una computadora cuyo funcionamiento siquiera entendemos?
Irónicamente, en muchas ocasiones se ha asimilado o ejemplificado una ciudad con la internet, siendo cada casa o edificio un servidor, cada calle una conexión, cada automóvil un usuario navegando por la web o comunicándose en Internet, pero el gran problema es que en esta ciudad llamada «Internet» la gente no se viste porque piensa que el/la cuerpx humanx es hermosx, todxs tenemos lo mismo y sin nada extraño, entonces siempre andan desnudxs.
Inclusive, navegar en Internet podría ser más peligroso que salir a la calle porque en ésta última podemos ver todo a nuestro alrededor, quien tenemos al frente, detrás, en los lados, quien se acerca, camina por la acera contraria o nos observa desde la esquina, en cambio en Internet no podemos ver tan fácilmente nada de quién está a nuestro alrededor, no podemos saber tan fácilmente, con absoluta certeza y a ciencia cierta si alguien se encuentra interceptando nuestras comunicaciones, si tenemos algún intruso o invitado indeseado en nuestros dispositivos y nuestras cuentas en línea.
Efectivamente en consecuencia, nosotrxs salimos a la calle vestidxs por un asunto de ética, moral, respeto, criterio, amor propio y todxs sabemos perfectamente que millones de peligros acechan en las calles, ¿entonces por qué no nos protegemos igual en Internet? Conectarse a Internet, navegar en la web, crear, almacenar, procesar y gestionar cualquier tipo de información, revisar el correo o comunicarse e interactuar con otrxs usuarixs, cibernautas o personas en la red es exactamente igual que salir a la calle, ir por el pan, el periódico, al supermercado, al trabajo, a estudiar, a pagar las cuentas, de compras a la tienda, de paseo al parque, de paseo al campo o zonas rurales, de viaje al extranjero… y no hay nada que probar o demostrar, el espionaje gubernamental es una realidad, está aquí, ahora mismo y presente en todo el mundo de múltiples formas sin excepciones, si alguien duda de aquello por favor se le invita muy cordialmente a investigar un poco sobre cómo gobiernos y empresas utilizan nuestra información y datos personales para controlarnos, vigilarnos y espiarnos en todo momento con la excusa de que lo hacen por «seguridad nacional» utilizando un sistema que ni siquiera funciona y de paso vulneran la privacidad, confidencialidad y datos personales de cientos de miles de millones de personas simultáneamente por cada fracción de segundo en todo el mundo.
Es por ello que debemos defendernos, debemos defender nuestros derechos, proteger nuestras comunicaciones, información privada y datos personales porque mucho nunca es suficiente contra lxs grandes y poderosxs corporaciones, multinacionales y gobiernos que nos controlan y vigilan en todo y cada minuto, y nuestros dispositivos, plataformas que utilizamos ni empresas en las que confiamos lo harán por nosotrxs. Ellxs solamente pensarán en sus intereses, cómo brindar sus servicios de manera que les rindan una mejor y mayor ganancia, no piensan en el/la ciudadanx de a pie. Y no basta con instalarnos un antivirus y comprar una VPN porque la seguridad no es un producto, sino un proceso que se vive y se ejecuta día a día de formas distintas y debemos estar informados sobre las últimas noticias en materia de seguridad para saber protegernos y defendernos de las más recientes, amenazantes, graves y serias vulnerabilidades descubiertas, porque la privacidad no es una cuestión solamente de máquinas y tecnologías, sino que lo más importante y esencial de todo es la persona, el/la mismx usuarix que dispone, maneja, opera y utiliza tales aparatos, dispositivos, servicios y plataformas.
Puede ser que nos estén espiando, o puede que no. ¿Qué importa a fin de cuentas? ¿necesitamos que nos espíen para protegernos y defender nuestra privacidad? O mejor dicho, ¿necesitamos que nos asalten, roben y violen para colocarnos ropa al salir de casa? No esperemos a que pasen las cosas para tomar medidas defensivas, no esperemos a que nos vigilen para proteger y defender nuestros derechos humanos y nuestra vida misma. No se trata de espionaje, no se trata de vigilancia, no se trata de gobiernos y empresas buscándonos y acosándonos por todas partes para saber todo lo que hacemos en todo momento, se trata de dignidad humana, de amor propio, de respeto, aprecio y valor por uno mismo, lo que tiene, donde se encuentra, lo que ha vivido y el entorno en el que se desenvuelve. Entonces por último hagámoslo por nosotros mismos, por autosuperarnos, autodesafiarnos, para ver hasta donde podemos llegar y aprender algo nuevo sobre criptografía, programación, telecomunicaciones y redes informáticas porque en un mundo superconectado es imperativo conocer y entender su funcionamiento para saber cómo utilizar y beneficiarse de las nuevas tecnologías del mundo moderno en plena era digital. Y además así, cuando finalmente llegue la verdadera vigilancia descarada a flor de piel frente a nuestros ojos de esta manera ya estaremos preparados para combatirla.
Bibliografía y lectura de interés
El pequeño Libro Rojo del activista en la Red
Anonimízate – Manual de autodefensa electrónica